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lunes, 1 de agosto de 2011

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Un estudio revela las reacciones de padres e hijos cuando hablan por celular.

Cuando los jóvenes llaman a sus padres, el vínculo es más estrecho y de confianza, mientras que cuando el progenitor es el que llama hay más control y conflicto.

Tener celular parece indispensable para los papás que necesitan monitorear a sus hijos, sobre todo cuando son adolescentes.

Para establecer si esta tecnología otorga más autonomía a sus usuarios o sólo se trata de una atadura electrónica, el profesor de desarrollo humano Robert Weisskirch, de la Universidad Estatal de California, llevó a cabo un estudio con 196 parejas de padre o madre e hijos, cuyos resultados se publicaron en la revista Cyberpsychology, Behavior and Social Networking.

¿Por qué llaman?

“El teléfono hoy es una parte importante del papel de padre. Es la forma de estar en contacto con los niños”, le dijo al diario estadounidense The New York Times Amanda Lenhart, investigadora del Pew Research Center Internet.

Ya en el 2009, el 70 por ciento de los adolescentes en EE. UU. hablaba al menos una vez al día con sus padres a través de los celulares.

En ese país, un 75 por ciento de los jóvenes tiene celular, a menudo adquirido por sus papás para poder estar en contacto.

Así mismo, de acuerdo con el estudio, quienes son padres es más probable que tengan uno de estos aparatos, comparados con otros adultos.

Se sabe que en países latinoamericanos como Chile existen más de 20 millones de abonados al sistema, lo que, visto de otra manera, se traduce en cuatro celulares por hogar.

En Colombia, según el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, hasta el 30 de junio pasado existían 45’342.049 líneas activas de celulares, lo que implicaría un celular para el 98,5 por ciento de los habitantes del país, aunque muchas personas tienen dos o más líneas.

Fue precisamente la vasta penetración de esta tecnología la que llevó a Weisskirch a preguntarse cómo puede afectar la dinámica de la relación padre-hijo.

Para llevar a cabo la investigacion se aplicó un cuestionario con distintos tipos de situaciones o circunstancias en las que los jóvenes llaman a sus padres, y viceversa, y que debían ser calificadas desde “nunca” hasta “con mucha frecuencia”.

Así, Weisskirch se dio cuenta de que la naturaleza de la llamada y quién la hace, pueden afectar este vínculo.

Los jóvenes, por ejemplo, llaman principalmente a sus padres para “pedir permiso” o avisar que llegan tarde.

Los papás, por su parte, llaman para saber dónde están ellos, revisar las tareas o expresar su molestia por algo.

Cuando son los hijos (casi siempre adolescentes) los que toman la iniciativa de llamar, esto se asocia con una mejor relación con sus padres, a los que consideran como un buen apoyo, cercanos y con los que tienen una buena comunicación.

En este caso, los papás se sienten gratificados y las llamadas parecen estimular su autoestima. “Cuando los jóvenes son los que llaman en busca de apoyo u orientación, en general se llevan bien con sus padres, estos son percibidos como amigos”, dice Weisskirch.

Por el contrario, si es el padre o la madre quien hace la llamada para monitorear a su hijo, revisar el cumplimiento de sus deberes o llamarles la atención por algo, la relación tiende a ser más conflictiva y el adolescente tiene una autoestima más baja. De todas maneras, Weisskirch destaca que el celular es un buen instrumento para la transición que viven los hijos hacia su independencia.

Esta tecnología tiene el potencial de mejorar la relación, dándoles a los padres la oportunidad de aconsejar a sus hijos.

DATOS DEL ESTUDIO

De las 196 parejas que participaron en la investigación, el 13 por ciento eran padre-hijo, el 11 por ciento eran padre-hija, el 30 por ciento eran madre-hijo y finalmente el 46 por ciento, madre-hija.

Por eso, las conclusiones deben tomarse con precaución, ya que la mayor parte de la muestra consiste en parejas madre-hija, lo que puede limitar las generalizaciones, según los expertos.

Además, la investigación deja fuera otras formas de comunicación, como los mensajes de texto, las llamadas por línea fija y los intercambios cara a cara, lo que también puede ser un sesgo para comprender la comunicación actual que se establece entre los padres y sus hijos.

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